De caras lisas, suaves, por fuera. Por dentro definido, de estructura homogénea, constante.
De colores, transparente. Natural, sintético.
Valioso, caro, raro, único. Pequeño, gigante.
Cristalino, amorfo. Con clivaje, maclado.
Duro, frágil. Talco, diamante, extremos.
Refractor, brillo. Reflejo, centro, simetría.
Así es un CRISTAL.
Así soy YO. Te invito, deslumbrate…

miércoles, marzo 24, 2010

REFRACCIÓN



Hay memorias personales, sólo de uno y de nadie más. Y hay memorias compartidas, patrimonio de todos, a salvo del olvido.
Hay memorias que se llevan en los genes y no pueden ser burladas. Y hay memorias que se marcan a fuego y dejan surcos, cicatrices.
Hay memorias pasajeras, de una noche, de una vida. Y hay memorias casi eternas, imposibles de camuflar.
También hay memorias que gritan verdades, que rebotan en las paredes sin poder detenerse. Pero hay memorias mentirosas, de unos pocos, de casi nadie.
La memoria y los cristales se parecen: la luz los atraviesa y encuentra su camino; los átomos en desorden marcan el recorrido y el haz finalmente sale, llevando consigo el caos interior.
SANDRA 24/3/2010

jueves, marzo 18, 2010

ANSIEDAD




Las uñas me quedaron perfectas. Tres capas de esmalte y el color es oscuro, casi negro. Una ultima pasada de brillo y a esperar que seque.
Llueve. La casa huele fresca. Me asomo a la ventana y el murmullo del agua me relaja. Tengo hambre. La cena fue temprano. Me comería un chocolate.
Por suerte dejé de comprar el amargo que tanto me gusta. Pero hay alfajores en el mueble del comedor.
Voy a la cocina y caliento agua. Un té de menta será la solución. Pero no aguanto, necesito algo dulce.
Llueve con más fuerza. Mi boca está pidiendo algo rico. Se humedece.
La saliva llega al estómago y ahora lo siento en todo el cuerpo.
Reviso la alacena. Galletas de arroz con salvado: mi salvación. Tengo queso blanco y mermelada de arándanos sin azúcar. Cuatro es la porción perfecta.
El agua ya está caliente. Dejo el saquito en remojo un rato para que el sabor de la menta me satisfaga aún más.
Vuelvo a la cama y devoro el banquete mientras la lluvia no para y se secan mis uñas.
Recupero la calma. Todavía no tengo sueño. A medianoche dan la serie del asesino serial que veo los miércoles. Falta una hora. No encuentro nada en la tele que me atrape. Enciendo la computadora. Juego solitario. Otra vez llueve con fuerza.
Me acuerdo del chocolate amargo que no tengo para no tentarme. Y de los alfajores. No puedo. No debo. Si me dejo vencer nunca voy a bajar de peso. Vuelvo a la pantalla y muevo las cartas para ganar la partida. Gano. Hago zaping. Me aburro. La lluvia paró. Tengo calor. Otra vez las ganas de comer chocolate. Voy al baño y me lavo los dientes como ultimo recurso.
Vuelvo al control remoto y al solitario. Dejo que el tiempo avance, que mi mente se olvide de los caprichos de mi cuerpo.
Al fin las doce. La serie ya empieza. Me levanto sin poder contener mis movimientos, casi sin conciencia de lo que voy a hacer. Desaparezco unos segundos.
Y en el preciso instante en que la primera escena tiene lugar mis dedos acarician el papel dorado y lo despliegan, para que pueda dar el primer mordisco.
SANDRA 17/03/2010

martes, marzo 16, 2010

ANIVERSARIO



Hoy el calendario me pegó en el recuerdo. Cayó la hoja y fracturó el escudo de cristal que me contiene.
¿Porqué justo hoy te tuve que recordar?
No quiero salir de mi refugio y aventurarme en terrenos pantanosos. Mi mente vuelve atrás y repite imágenes, como una ola que me lleva hasta la playa, como la marea que me devuelve a vos.
Me mandas mensajes con poemas esperando una respuesta. ¿Habrá algo valedero que no nos hayamos dicho? He olvidado las palabras pero no su sabor destructivo. Despojos es lo único que queda.
Aunque a veces afloran esos momentos únicos que fueron nuestros y ya no están.
Me llevó media vida llegar a vos. Tal vez tenga suerte y te llore la otra mitad.
SANDRA 16/3/2010

lunes, marzo 01, 2010

GRADO 12


La tierra está temblando y ya no es una metáfora.
No es de ira, no es por miedo. Sólo un eco débil de su vida interior, un reflejo despreocupado de rugidos que aún no han sido puestos en libertad.
La tierra grita cuando tiene ganas y no logra contenerse. Cuando los volcanes ya no alcanzan para aliviarla y los choques entre placas son la única salida.
La tierra se desahoga no por capricho, ni por soberbia.
Nos ignora, ni siquiera nos desprecia. Como virus en manojos deambulamos sobre ella. Y no importa cuanto odio descarguemos o de cuanto daño seamos capaces, la transformación será constante.
Seguirá sola, inmutable. Nos extinguirá en un suspiro, sin clemencia ni lamento, sin intervención divina.
SANDRA 1/3/2010