Los chacales siempre han sido parte de nuestro paisaje. Y ahora, que el final ocupa toda la escena, nos rodean para devorar lo que queda de nosotros.
Era impensable sobrevivir a tal acecho, a la vigilia permanente de estos monstruos sin rostro.
¿Acaso pudo el amor aplacarlos?... Ni siquiera el tiempo desgastó su ira.
Extrañarnos con cada fibra de piel será la nueva estrategia. Tal vez en el límite más recóndito del olvido podamos liberarnos de su presencia sofocante.
Este es el desafío, vencerlos en su propio juego, hacerles creer que ganaron para dejarlos sin nada, igual que nosotros, vacios.
- ¿Esto es todo?- me preguntas.
- No, esto fue todo- te respondo- lo que es aún no ha sido escrito.
SANDRA 30/9/2008
1 comentario:
Tu idea es implacable, me sorprende su fuerza pero no adivino el desinatario. Mi afecto.
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