De caras lisas, suaves, por fuera. Por dentro definido, de estructura homogénea, constante.
De colores, transparente. Natural, sintético.
Valioso, caro, raro, único. Pequeño, gigante.
Cristalino, amorfo. Con clivaje, maclado.
Duro, frágil. Talco, diamante, extremos.
Refractor, brillo. Reflejo, centro, simetría.
Así es un CRISTAL.
Así soy YO. Te invito, deslumbrate…

viernes, enero 30, 2009

DESATINOS


Raras veces en la vida se puede medir el peso de las palabras. Las peores son las que se dicen con la garganta apretada. Se escapan de la boca sin que podamos contenerlas, mucho menos estimar el daño que causan al llegar a su destino. Las lanzamos con los ojos entornados creyendo que al explotar nos darán algún alivio. Pero son letales, quedan suspendidas en el eter casi por toda la eternidad.
Entonces, al darnos cuenta del sismo que hemos causado, nos refugiamos en el silencio. Y el abismo es cada vez más grande y el hueco en el pecho más profundo. Y no se puede volver, retroceder hasta los labios sellados justo antes de la catástrofe. Hay que seguir, arrastrar el lastre del que nunca logramos liberarnos.
Nos lleva una vida entender lo que hicimos y otra tratar de enmendarlo. Y con un poco de suerte logramos descubrir que el receptor no siempre está dispuesto a entender y a perdonar nuestras flaquezas. Aunque a veces puede ocurrir el milagro.
SANDRA 30/01/2009

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