La osadía es un lujo que puedo concederme.
No se detendrá el tiempo ni chocarán los planetas sólo porque mis actos se hayan teñido de un tinte de arrojo.
No hay lugar para la duda en mis cosas cotidianas. Y así vivo: me desplazo como un témpano que debe llegar al norte antes de ser consumido por las aguas.
Las diferencias ya no me asustan. He aprendido a tolerar que existen otros después de mi y que sus voces también me importan.
Los años ya no me pesan porque el devenir es ahora mi aliado, un actor protagónico en esta historia que me estoy reescribiendo.
No dejo nada al azar y sin embargo lo imprevisto tiene el sabor dulce y rojo de una cereza madura.
Quiero volar aunque no puedas alcanzarme, aunque te pierda para siempre en la tormenta de nuestros desencuentros. ¡Ojala pudiera darte mis alas!.
Pero ese, amor mío, es un lujo que no puedo darme.
SANDRA 5/02/2009
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