La simetría es pentagonal, como la de los erizos y las estrellas de mar. Estaba sobre la arena, recién bajado de la ola que lo trajo hasta mi.
Lo divise desde lejos, tal vez porque todavía conservo el ojo entrenado para identificar especies.
Lo levanté con la punta de la uña de mi dedo meñique. Estaba intacto. Lo tomé entre el índice y el pulgar sin hacer fuerza. Lo sacudí suavemente para escuchar el crujido de la arena en su interior flotando en los restos de agua que aún llenaban sus poros esponjosos.
El organismo que lo habitó en el arrecife ya no está, sólo es un caparazón que arrastró la corriente. La marea de anoche lo trajo sin dañarlo, sin que se convirtiera en parte de la playa como era su destino.
Entonces supe que era para vos, que quería dártelo como regalo de mi viaje a estas playas en las que siempre me he sentido satisfecha.
Será porque nuestra amistad es así, delicada. Puede romperse con el más mínimo movimiento pero con el correr del tiempo lo resiste todo.
Imagino la pregunta en tus ojos de mar cuando lo veas. Y se me ocurre que podes ponerlo de adorno en algún rincón de la casa.
Porque es así, como nosotros, no ocupa lugar pero esta donde el otro lo pone.
SANDRA 21/03/2011
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