lunes, abril 04, 2011
CELADA
No hiciste nada, no dijiste nada, ni siquiera cambiaste la expresión con la que siempre me miras.
Entraste sonriente, distendido. Basto verte para que ya no existiera nada más.
En esa fracción de segundos que duró la inconciencia, me pregunté porqué nunca hablas conmigo. Si sólo a vos te puedo decir lo que me está pasando, que se me acelera el pulso cuando estas cerca y apenas logro contener las ganas de comerte a besos.
No lo vi venir, ni siquiera imaginé la catástrofe detrás de la sonrisa. Estaba concentrada en el encuentro, en el regalo que tenía en la cartera y quería darte esa noche.
No me lo esperaba, no así, sin advertencia. Si habíamos hablado de lo importante que somos el uno para el otro, de la vida que compartimos y los afectos que nos unen. Si parece tan fácil, pero no.
Se me heló la sangre y la noche se hizo interminable. Quería irme, desaparecer. Pero las piezas estaban en movimiento desde hacía mucho tiempo.
No tuviste que hacer nada, que decir nada, ni siquiera dejar de mirarme. Sólo hiciste tu mejor jugada.
Jaque mate.
SANDRA 4/04/2011
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