De caras lisas, suaves, por fuera. Por dentro definido, de estructura homogénea, constante.
De colores, transparente. Natural, sintético.
Valioso, caro, raro, único. Pequeño, gigante.
Cristalino, amorfo. Con clivaje, maclado.
Duro, frágil. Talco, diamante, extremos.
Refractor, brillo. Reflejo, centro, simetría.
Así es un CRISTAL.
Así soy YO. Te invito, deslumbrate…

miércoles, mayo 16, 2007

POSTALES DE INFANCIA





Tuve una hamaca de madera, esas de dos asientos enfrentados que se mueven en bloque. Estaba debajo de un parral inmenso que abarcaba todo el patio.Volví al lugar muchos años después y las dimensiones se me achicaron, o fui yo la que creció, no podría asegurarlo. Porque los olores me llevaron para atrás y me vi en la hamaca, con mi mama y mi hermano, debajo de la parra que estallaba de racimos maduros, el sonda soplando fuego y mi papá que silbaba desde la puerta para anunciar que ya estaba en casa. Y es que hace 40 años vivimos perdido en las montañas de Aimogasta.
Tuve una muñeca de trapo que recibí en alguna ocasión imposible de recordar. Mi hermano decía que era de él. Jugábamos compartiéndola pero en las noches se la llevaba a la cama y se dormía con ella como si realmente le perteneciera. Donde se originó la confusión, es un misterio. El caso es que sin que me diera cuenta la fui perdiendo, de a poco, hasta que un día cambió de dueño sin mi aprobación, ni la de ella.
Tuve un dije del principito que le compró mi papá a algún artesano callejero. Me lo dió una noche cuando volvió del trabajo. Era de metal plateado, pero tenía el cabello negro. Siempre me he preguntado porqué se le ocurrió regalármelo. Con el correr de los años la vida me hizo otro regalo y tuve un hijo de cabello oscuro y ojos verdes, mi propio principito.
Tuve un pulóver que me tejió mi mamá, de lana suave color miel, punto garbanzo. Era demasiado largo para mi estatura pero ella tejía así, la ropa grande cómo queriendo abrigarnos más. Lo usé tantos inviernos que algunos hilos se abrieron y se lo llevé para que lo cosiera. Fue compañero de viaje casi toda mi vida, desde vacaciones familiares al sur del río Colorado hasta la Antártida, complementando el equipo reglamentario. Todavía lo conservo, en una bolsa de plástico, en el placard del lavadero, junto a la ropa que ya no uso. Es que fue parte de mi infancia, igual que la hamaca de madera que se hizo astillas en tantas mudanzas o la muñeca de trapo que se perdió en alguna, o el dije del principito que conservo en un cajón para contarle la historia a mi hijo cuando crezca.
SANDRA 16/5/2007

1 comentario:

Coni Salgado dijo...

Sandra, se me rodó una lágrima de cristal por la mejilla, sin que pudiera detenerla... es que en tu muñeca, tu hamaca y tu principito
me encontré con mi infancia!
Gracias!
Coni