De caras lisas, suaves, por fuera. Por dentro definido, de estructura homogénea, constante.
De colores, transparente. Natural, sintético.
Valioso, caro, raro, único. Pequeño, gigante.
Cristalino, amorfo. Con clivaje, maclado.
Duro, frágil. Talco, diamante, extremos.
Refractor, brillo. Reflejo, centro, simetría.
Así es un CRISTAL.
Así soy YO. Te invito, deslumbrate…

viernes, noviembre 16, 2007

MAQUINACIONES

¿Y si inventamos la máquina perfecta?
Esa que nos ayude a cambiar esta realidad que nos comprime, nos asfixia y nos tiene detenidos.
La máquina de los besos al despertar, cuando desarmamos la cucharita para convertirla en un moño de brazos y piernas mientras buscamos la boca para intercambiar los sueños de madrugada y nos vamos despabilando del calor de nuestros cuerpos y la suavidad de las caricias.
La máquina de los desayunos perfectos, en la cama, de café recién colado y tostadas tibias de pan integral y mermelada de durazno que devoramos mientras nos comemos con la mirada y nos tocamos con los pies, reviviendo, saboreando, prometiéndonos repetirlo.
La máquina de la ducha caliente, el jabón líquido haciendo espuma, los dos apretados, mis manos sobre el azulejo, las tuyas hundidas en mi piel, el agua pronunciando tu nombre, después el mío, como improvisando una canción, un ritmo, el nuestro.
La máquina de salir juntos, los dedos entrelazados, y caminar esbeltos las calles del centro, atrapando miradas curiosas, desafiantes, que no pueden evitar seguirnos y constatar lo que captan sus ojos, lo que su fantasía les devuelve de nosotros.
La máquina de pasar el día separados, llamado tras llamado, mensaje tras mensaje, te extraño y te quiero en cada uno para acelerar las horas que celosas dilatan el ocaso, el momento del día más esperado.
La máquina del atardecer, cuando el reencuentro nos devuelve la sonrisa y nos contamos todo y no podemos dejar de tocarnos para compensar el tiempo que estuvimos separados, para borrarlo del recuerdo y fingir que no hubo abismo ni tristeza.
La máquina de los besos de la noche, al acostarnos en nuestra cama inmensa, profunda, donde volvemos a amarnos de la forma más salvaje, como nos gusta, a los gritos, hasta quedar exhaustos, abrazados, cucharita, y nos dormimos para soñar que estamos amándonos hasta volver a despertar.
SANDRA 16/11/2007

3 comentarios:

Paly dijo...

SANDRA D'OVIDIO:
Lindo, osado, exitante, Muy bueno me gusto. Besos. despues leo los otros. Paly :-) ;-)

Crispín dijo...

Sigue manteniendo la energía del erotismo con la segunda lectura. Muy bueno. Y acalorado.

Crispín dijo...

¿Y para cuándo las aventuras de Súper Cristal?